Rasgando el Corazón

2 Crónicas 32:24-26 LBLA: “En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte; y oró al Señor, y Él le habló y le dio una señal. Mas Ezequías no correspondió al bien que había recibido, porque su corazón era orgulloso; por tanto, la ira vino sobre él, sobre Judá y sobre Jerusalén. Pero después Ezequías humilló el orgullo de su corazón, tanto él como los habitantes de Jerusalén, de modo que no vino sobre ellos la ira del Señor en los días de Ezequías.”

El rey Ezequías fue un gran instrumento para traer orden en medio de las tinieblas que habían cubierto el corazón del pueblo de Dios. Entre sus hechos más destacados vemos que se encargó de reestablecer la adoración y el servicio en la casa del Señor. Tenía un corazón intercesor y un celo por la santidad; pudo discernir cómo debía santificar la nación y todo el cuerpo sacerdotal. Fue tremendamente prosperado desde el momento que inició las reformas, y en sus batallas, cuando estuvieron rodeados por los temibles asirios, Dios milagrosamente los libró matándolos por mano propia. Sin embargo, en el tiempo de su gloria, de victoria, honrado por su fidelidad, por su fe y confianza en el Señor cae enfermo de muerte, ¿qué pasó con este exitoso rey?, si todo era aparentemente tan bueno, un hombre próspero, sabio, bendecido, ¿qué pasó? O acaso, ¿era esta una prueba de Dios?

En la palabra encontramos aproximadamente 876 veces la palabra corazón de una manera directa. En todos los personajes que la biblia nos presenta, vemos que Dios da una importancia especial a la esencia de cada uno porque recordemos, él no mira las apariencias, Dios mira el corazón (1 Samuel 16:7), así que en medio de tanto éxito en la vida de Ezequías, había algo en tinieblas y la biblia nos los enseña. En los versículos 25 y 26 de nuestro pasaje de hoy, dos veces el Señor señala que el corazón del rey Ezequías era: ORGULLOSO.

A veces pensamos que los creyentes visiblemente más exitosos son aquellos “favoritos” de Dios, quienes ya lo han alcanzado “todo”, pero ¿qué es realmente alcanzarlo todo? Estamos acostumbrados a tener una imagen de Dios parcelada, una imagen que pareciera sólo cumple la función de retribuirnos, de hacernos, de cumplirnos y aunque en su superabundante gracia él nos bendice, estamos lejos de un conocimiento pleno de Dios, porque mientras más pensemos que todo su poder y sus atributos son para nuestro favor y beneficio, no estamos lejos de hacer un becerro de oro como lo hizo el pueblo de Israel en el desierto; por tanto, si recibimos el bien, la prosperidad, los milagros y la misericordia como la obtuvo el rey Ezequías, no vamos a corresponderle a Dios conforme al bien que recibimos.

Grandes líderes han caído por las tinieblas de su corazón que nunca fueron manifiestas en la intimidad con Dios, a la luz de su palabra. “Por eso dice el Señor: «Vuélvanse a mí ahora, mientras haya tiempo; entréguenme su corazón. Acérquense con ayuno, llanto y luto. No se desgarren la ropa en su dolor sino desgarren sus corazones». Regresen al Señor su Dios, porque él es misericordioso y compasivo, lento para enojarse y lleno de amor inagotable. Está deseoso de desistir y no de castigar”. (Joel 2:12-13 NTV)

Necesitamos dejar de lado la imagen del Dios que nos debe retribuir, y hacer de nuestra vida un altar donde arda nuestro corazón para recibir entendimiento de su imagen Paternal y aceptar que con él ya lo tenemos TODO. Dios no tiene deudas con nadie, somos nosotros quienes necesitamos rendirle cada día y cada minuto de nuestra vida en adoración.

El fundamento de mi cambio es la palabra de Dios, mi punto de salida, y su palabra me dice que Dios no mira ese éxito aparente, Dios mira mi corazón. La determinación más importante es entender que el primero que necesita cambiar soy yo, el fundamento de mi cambio será su palabra, basado en sus principios, aunque no me agraden. El tiempo para realizar cambios es ahora, la postergación sólo me alejará de tener una imagen correcta que me lleva a la plenitud de su conocimiento.

Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (KMR)

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