“Una mujer de la multitud hacía doce años que sufría una hemorragia continua. Había sufrido mucho con varios médicos y, a lo largo de los años, había gastado todo lo que tenía para poder pagarles, pero nunca mejoró. De hecho, se puso peor. Ella había oído de Jesús, así que se le acercó por detrás entre la multitud y tocó su túnica. Pues pensó: Si tan solo tocara su túnica, quedaré sana. Al instante, la hemorragia se detuvo, y ella pudo sentir en su cuerpo que había sido sanada de su terrible condición.” (Marcos 5:25-29 NTV)
Una marca de nuestra naturaleza caída es el hecho de buscar en cualquier otra cosa, persona o circunstancia la culpabilidad que nos pertenece, esta es la marca que se impregnó en nuestro ADN desde el inicio de la creación con Adán y Eva; “La mujer que tú me diste… la serpiente me engañó…” (Génesis 3:12-13).
Esta tendencia a evadir nuestras responsabilidades es la que muchas veces nos hace señalar la causa de nuestro pecado al diablo. Todo lo que nos sucede y aun lo que sale de nosotros, es culpa de él, ¿nosotros? ¡pobrecitos! Si es él, el que pone deseos perversos en nuestro corazón, el que siembra envidia por otros, él nos hace mentir, nos hace buscar las faltas en otros y nunca ver las nuestras, nos hace tomar decisiones equivocadas, como rendir nuestra santidad a bajas pasiones, ¡todo es culpa del diablo! ¿será?
Estas tendencias, que hacen parte de la tradición del hombre fueron condenadas por Jesús: “…Oídme todos y entended: Nada hay fuera del hombre que entre en él, que lo pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre. Si alguno tiene oídos para oír, oiga.” (Marcos 7:14-16 RVR95)
Esta adaptabilidad a esta tendencia de pensamiento nos ha hecho conformistas y creo que este estado, es uno de los causantes de la tibieza espiritual y del estancamiento. Las personas conformistas nunca ven todo lo que necesitan mejorar de sí mismas y están cómodas mientras nada las mueva de su zona de liviandad, lejos de cualquier compromiso de cambio verdadero con Dios.
La mujer de flujo de sangre, estuvo años luchando con su enfermedad, presa de los juicios sociales por su condición, incómoda, triste, aislada. Durante doce años, veía pasar sus días sin tener una solución, buscó humanamente todo lo que tenía a su alcance hasta que ¡escuchó de Jesús!
Una mujer que no se conformó con su estado, quizá entró, pero no se quedó en la auto conmiseración, ni en la búsqueda de culpables por su condición. Ella buscó la solución los DOCE AÑOS de su vida, hasta que la halló y fue tanta la cantidad de fe que depositó en ello, que supo que sólo tocando el borde del manto de Jesús no contaría un año más de su enfermedad.
¡Deshazte de la mentalidad de conformismo! Niégate a sumarle un año más a tu condición, cualquiera que sea, niégate a conformarte a la manera como están las cosas, la solución no está encontrando los culpables que a veces son imaginarios, necesitamos cambiar, por eso debemos buscar y actuar con fe. Hoy tenemos más que el borde de su manto, tenemos Su Espíritu y el tesoro de Su Palabra para salir del conformismo que nos impide cumplir la obra para la que hemos sido llamados, Él te capacita, te guía, te da poder para llevarla a cabo. ¡Si alguno tiene oídos para oír, oiga!
¡Levántate! No te conformes “Porque yo sé los planes que tengo para ustedes –dice el Señor-. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza.” (Jeremías 29:11 NTV).
KMR – Casa de Refugio
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