La Mejor Parte
Lucas 17:11-19 NTV: “11 Mientras Jesús seguía camino a Jerusalén, llegó a la frontera entre Galilea y Samaria. 12 Al entrar en una aldea, diez hombres con lepra se quedaron a la distancia, 13 y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! 14 Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. 15 Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, 16 y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y este era samaritano. 17 Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? 18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? 19 Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.”  
 
Este pasaje es de los muy conocidos y estudiados del evangelio de Lucas. De hecho, desde su enfoque médico, pues esta era su profesión, Lucas daba especial atención a los eventos milagrosos de sanidad que, si bien ahora nos parecen una manifestación gloriosa de nuestro Señor, en ese entonces era impactante no solo para los que presenciaron de primera mano estos milagros del Señor Jesús, si no para discípulos y la gente en general. Esto realmente era un estruendo para la sociedad de aquel entonces.
 
Leer esta historia me ha conmovido, porque durante varios meses mi mamá ha tenido que atravesar el embate de salud más fuerte de su vida y nosotros su familia, lo atravesamos con ella. Estuvo en cuidados intensivos con riesgo inminente de muerte y hoy, después de 9 cirugías de urgencia, 6 transfusiones de sangre, muchas sesiones de diálisis, 2 intubaciones; entre otras cosas, se levanta ante los ojos de creyentes e incrédulos, como un milagro extraordinario.
 
Mi mamá nunca fue una mujer religiosa de hecho, recuerdo que siempre buscaba la manera de huirle a cualquier compromiso que implicara congregarse, hasta que al ver lo que Dios empezó a hacer en mi vida, empezó a creer en un Dios que ama, que restituye, que provee; pero fue hasta que inició esta travesía que lo reconoció personalmente como el Padre que sana. Ahora, no hay día que no agradezca al Señor por su proceso de sanidad que, aunque sabemos que falta aún un largo camino, está convencida que ya está sana por completo y lo celebra entre risas y alabanzas.
 
Por tanto, meditar en esta historia y ver que tan sólo uno de los nueve leprosos regresó para agradecer su sanidad, antes que cumplir con los deberes religiosos ante el Sacerdote, me hizo cuestionarme acerca del agradecimiento. Aunque los 10 leprosos tuvieron fe para creer que Jesús era el único que los podía sanar, fueron obedientes y sensibles para escuchar a Jesús sin cuestionar; es decir, ellos fueron a la única y última fuente de esperanza que tenían, podríamos decir que hicieron las cosas bien, al fin y al cabo, obtuvieron su milagro, pero la bendición completa no era su sanidad, era CRISTO MISMO. Solo al samaritano que volvió, la gratitud le dio un nuevo corazón y la bendición de la salvación. El samaritano se quedó con la mejor parte.
 
Cada minuto de vida se convirtió para mi mamá y para nosotros en un milagro, en el milagro de tener a Jesús entre nosotros, porque ella Nació de Nuevo, tuvo un encuentro verdadero con el Señor Jesús y de su boca ahora solo sale alabanza; para nosotros, su familia, esta situación abrió la puerta para que iniciáramos un grupo de oración familiar virtual en el que cada noche nos reunimos para buscar más del Señor y llevar ante él todas nuestras necesidades.
 
En una sala de UCI se ven muchas cosas, desde tragedias, hasta sanidades milagrosas como la de mi mamá, pero muy pocos le atribuyen el milagro de la vida a Dios. Decidamos a qué equipo queremos pertenecer, al de aquellos que se conforman con el milagro o al de aquellos agradecidos que van por la mejor parte. Nosotros, sin duda, vamos por la mejor parte.
 
Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Refugio (DS)

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