“Juzgándome por lo extraordinario de esas revelaciones. Por eso, para que yo no me crea más de lo que soy, he tenido un sufrimiento, una especie de espina clavada en el cuerpo, que como un instrumento de Satanás vino a maltratarme. Tres veces le he pedido al Señor que me quite este sufrimiento, pero el Señor me ha dicho: “Mi amor es todo lo que necesitas; pues mi poder se muestra plenamente en la debilidad”. Así que prefiero gloriarme de ser débil, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Y me alegro también de las debilidades, los insultos, las necesidades, las persecuciones y las dificultades que sufro por Cristo, porque cuando más débil me siento es cuando más fuerte soy” (2 Corintios 12: 7-10 DHH94I)
A medida que avanza el tiempo en esta pandemia, confirmo la falta de Dios en el mundo, de lo mucho que se ha comenzado a ver cómo se desacredita al creyente, la humanidad en general presta oídos a los epidemiólogos, científicos, mandatarios, OMS. Hace poco leí sobre los grandes avances que hay en la búsqueda de encontrar la vacuna, de hecho, la científica líder en la investigación es candidata para ganar el Premio Nobel, por lo tanto, aparecerá en todas las revistas científicas de medicina, como el genio detrás de este gran hallazgo. Vivimos tiempos en donde se ha puesto muy de moda, la idea de que nosotros los seres humanos estamos llenos de capacidades, habilidades, dones y que tenemos un poder interior ilimitado para sanar y lograr lo que queramos a través de un sin fin de prácticas, dando como resultado la creencia de que hacemos las veces de Dios. Debe de ser muy agotador vivir así, creyendo que en ti están todas las respuestas y soluciones, creo firmemente que con esta pandemia se revela a la humanidad el poco control que tenemos sobre las cosas.
El enemigo utiliza todas nuestras aflicciones para agotarnos, para poder enemistarnos con Dios, y así alejarnos de él, pero así mismo utiliza el orgullo y la vanagloria para apartarnos de nuestro Señor Jesús. Por un lado, nos ataca en momentos de tribulación, para desalentarnos y renunciar a las promesas que Dios nos ha dado y arruinar nuestra fe y paciencia, nos ataca en nuestros momentos de éxito profesional o ministerial, haciéndonos creer que todo se debe a nuestras “extraordinarias” capacidades y cualidades, lo que nos lleva a olvidar que TODO es Gracias a nuestro Señor Jesús.
El poder de Dios nunca va a actuar en nosotros cuando la autosuficiencia y nuestras capacidades prevalezcan en nuestras vidas. De ahí la existencia de aguijones o espinas en nuestro diario vivir que nos hagan recordar que no es por nosotros, que no es por nuestras capacidades. ¿Hasta qué momento reconoceremos como humanidad que necesitamos de una ayuda sobrenatural, de una ayuda que ningún hombre puede proporcionarnos? ¿Cuál es el límite de vulnerabilidad y humildad para buscar al que TODO lo puede? Debemos aprender a reconocer que entre menos capaces nos consideremos, entre más débiles seamos, mayor será la manifestación del poder de Cristo en nosotros. Somos débiles, pero poderosos en Cristo. Él habitará en nuestro corazón a medida que confiemos en él, ahí entonces tendremos raíces profundas en el amor de Dios y nos mantendrá fuertes.
En esta palabra Pablo explica el significado de la existencia de esa debilidad en su vida, la cual, sin lugar a duda, vino a mantener esa humildad que lo llevó a ser poderoso instrumentos de Dios. Él es el único que puede compensar nuestras debilidades e incapacidades, trayendo poder y fortaleza a nuestras vidas. Solo en Cristo encontraremos paz y renovación de fuerzas. Así como Pablo, alegrémonos en nuestras debilidades, para que Cristo pueda actuar en nosotros y sea fuente inagotable de recursos.
AFA – Casa de Refugio
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