Josué 1:9 RVR160, “mira que te mando que te esfuerces y seas valiente, no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en donde quiera que vayas.”
La desesperación es un estado de completa desesperanza que no tiene una perspectiva bíblica y eterna. Es un anclaje a las situaciones terrenales y temporales que causa un espíritu abatido y un desánimo absoluto. Se trata de un pecado de incredulidad sobre el hecho de que Dios siempre actúa y asiste de una manera que es para nuestro absoluto bien y beneficio total. Contrario a la desesperación están la FE y CONFIANZA en la bondad soberana de Dios que lleva a una esperanza gozosa y perseverancia paciente.
Desesperación en el corazón, dice cosas tales como: “Dios no puede ayudarme”, “mi situación es caso perdido», «no puedo continuar», «Dios me está haciendo mal.»
¿Confiaremos en que Dios es bueno incluso cuando la vida no lo es? Nuestra respuesta al dolor y a los retos determina mucho sobre nuestro futuro. Por su misma naturaleza, la fe requiere confiar en algo (o alguien) que no siempre es predecible o comprensible por los estándares humanos. Si somos sinceros, la mayoría queremos pruebas irrefutables de la presencia bondadosa de Dios en nuestras vidas.
Esto no es nuevo, incluso los discípulos de Jesús experimentaron esta misma sensación. Luego de que Jesús murió en la cruz y resucitó de la muerte, Tomás uno de sus discípulos dijo que no creería a menos que tuviera una prueba. En lugar de enojarse y desecharlo por su falta de fe, Jesús le mostró con gentileza sus manos perforadas por los clavos (Juan 20:24-29). En otra ocasión cuando Jesús iba con sus discípulos en una barca se desató una fuerte tormenta, y las olas azotaban la barca, tanto que ya comenzaba a inundarse (Marcos 4:37). En medio de la tormenta, los discípulos no estaban solos. Marcos nos recuerda en el siguiente versículo que Jesús estaba en la popa de la barca durmiendo. Con Jesús en nuestra barca, las tormentas pueden incluso sacudirnos, pero nosotros no nos hundiremos.
Él está con nosotros, tanto en la llovizna de primavera como en el peor tornado que podamos imaginarnos. Él no solo está con nosotros, sino que está para nosotros y, si Él está para ti y para mí, ¿quién puede estar en su contra? Confía a Dios aquello que estás reprimiendo, confíale a tu familia, confíale tu trabajo, confíale a tus hijos, confíale tu profesión, confíale tú salud, confíale tus finanzas. Confía en Él sin reservas. ¡Y punto!
Él nos ha dicho que no temamos, ni desmayemos, porque Él está con nosotros. No hay que desesperarse, hay que tener fe en que luchamos desde una posición de victoria en Cristo.
LG-Casa de Refugio
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