Dejando el Mejor Legado
Deuteronomio 4:9 RVR1960: Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos”.

Todos tenemos la responsabilidad de responder por nuestra propia vida delante de Dios, es por eso por lo que es fundamental que obedezcamos su voluntad y es imprescindible que permanezcamos en su presencia, porque sin ella, sin el entendimiento que nos da el Espíritu Santo, su mensaje para nosotros puede desviarse del propósito original por el que fue hecho.

Entonces, pensar en guardar mi alma con diligencia y atesorar en mi corazón la palabra de Dios, me lleva a pensar que tengo dos grandes tesoros para caminar en victoria en mi vida: la presencia de Dios y su palabra. Con esos dos pilares puedo dar la milla extra, porque con mi ejemplo tengo la responsabilidad de impactar y ser un excelente maestro para mi descendencia.

La palabra nos enseñar que dar es mejor que recibir, por tanto, le brindamos a las generaciones que vienen el valor de la palabra de Dios y si juntos las ponemos en práctica y les enseñamos que la palabra sazonada con la presencia de Dios es imprescindible para sus vidas, entonces no sólo viviremos con la esperanza de salvación propia, sino con la gran expectativa de que hay un futuro en Cristo para quienes sean nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.

Cuando caminamos con Cristo, tenemos la herencia de la salvación, pero cuando enseñamos con nuestro ejemplo a otros, dejamos un gran legado.

Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Refugio – JENM

 

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