En el contexto de este pasaje, Israel había sido invadida por el imperio Babilónico, por lo tanto, Babilonia es una representación de la cautividad, la cual vino como producto de dirigir su adoración hacia falsos dioses. Hoy en día vemos cómo muchos hemos estado cautivos de conductas, patrones, pecados que nos llevan estar encerrados en ciclos viciosos, y muchas veces esas cárceles en las que hemos vivido, son confortables, y eso no es extraño, ya que a nuestra carne le gusta deleitarse en el pecado, por nuestra naturaleza pecaminosa, la cual nos quita la verdadera libertad y sanidad.
Sin embargo, el Señor en su amor, reconoce que somos débiles, que solos no podemos ser libres, ni sanos, entonces nos hace caer en cuenta de que en nuestras debilidades, Él se fortalece. Por esto nos hace hoy esta invitación, que salgamos de Babilonia, de la cautividad, porque contamos con Su respaldo.
Así como nuestro Padre Celestial hizo brotar agua de las rocas en medio del desierto, para que su pueblo no muriera de sed, así también nosotros somos provistos por Él para que seamos libres. Nuestro Padre da recursos de donde no hay y abre las puertas que por mucho tiempo estuvieron cerradas. Debemos reconocer que necesitamos de Él, por tanto, demos pasos de fe agarrados de su mano, porque Él nos ayudará a hacer su voluntad, y nos dará libertad. Al que El Hijo hace libre, es libre en verdad, y la libertad en Cristo nos da completa sanidad.
Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Refugio – JENM
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